El otro día
volví
a esa cotidiana tarea
de mirarte
sentí tus tentáculos finos
acariciando
y al susurro del viento
dándote una mano
y a mi sombra
como una mano subiendo
desde abajo
Me trepé a la niebla
de tus ojos
y una vez más interpreté
a ese mudo centinela
de montañas y arroyos
trashumantes
(Sta. Rosa , septiembre 2011)
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